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ISSN 1989-4163

NUMERO 39 - ENERO 2013

El Erotismo de las Matronas en la Sociedad Romana

Carmelo Arribas

La reglamentación sobre la vestimenta que cita Valerio Máximo (S. I a.C) y que le era permitida llevar a la matrona romana, responde al papel que se le reserva y desea que represente la mujer casada, incluso en espacios tan íntimos como es la sexualidad.

Para el romano la esposa tenía una función puramente reproductiva y no se admitía en la materfamilias un erotismo no reproductivo, que quedaba relegado a la homosexualidad masculina, a las prostitutas y a los niños, que podían convertirse en un objeto sexual, pero siempre destinado al placer masculino. Todo esto conllevaba que la indumentaria de la matrona debería de ser austera, y en modo alguno llamar la atención, por eso no podía llevar joyas excesivas, marcar las curvas de su cuerpo e incluso, debía tapar su rostro con un velo.

Plutarco dice: "Por lo regular, las mujeres, al salir de sus hogares, se ponen el velo" Aquella que apareciera en público sin él cometía un acto de arrogancia. Y Valerio Máximo, llegaba a afirmar que muchos divorcios fueron causados por mujeres casadas que salían sin velo. (No dice el porqué, pero posiblemente sería por no querrían aceptar tal imposición)
Séneca en el S.I, d.C. alaba este modelo de mujer. Sin embargo, hay una diferencia significativa respecto a la situación de la mujer griega, cuya una importancia social era nula, y su principal función, casi única, era reproducir biológicamente ciudadanos.

En Grecia los hombres eran los que se ocupaban de la educación de los jóvenes, en Roma la materfamilias, educa a los hijos y les transmite valores cívicos, este papel de educadora hace que ella misma deba tener una cultura y formación adecuadas para poderla trasmitir, e incluso aunque nunca tuvieron capacidad política, porque no eran miembros de la polis o de la civitas en sentido pleno, su influencia en el varón es grande, como lo demuestran los ejemplos de Cornelia, la madre de los Gracos; Vetruria y Volumnia, madre y esposa respectivamente de Coriolano; Hortensia3, hija de Quinto Hortensio Hortalo, uno de los grandes oradores romanos; Livia, esposa de Augusto y madre de Tiberio; y Antonia, madre de Claudio... por citar unas pocas de las más significativas, que tuvieron gran influencia en sus respectivos esposos o hijos.

Pero su situación y capacidad de obrar siempre es dependiente del varón, de la “manus” o poder del esposo, cuando está casada, y de la “potestas” del padre, si está soltera y si ambos faltan, dependerá de la tutela de su clan familiar. Aún así, su situación social es muy superior a la de la mujer griega. No está sólo bajo el mero sometimiento y dominio del varón sobre ella, la mujer romana participa juntamente con su marido de la vida social, entra y sale libremente de casa, aparece con él en las recepciones y banquetes, comparte su autoridad sobre hijos y sirvientes, le aconseja, asiste a los espectáculos públicos, e incluso, las mujeres casadas tienen sus propias fiestas.

Pero ¿cuál es el sentido profundo que avala esta actitud? La consideración de la mujer como un ser inferior.

El pensamiento latino hunde sus raíces, y en cierto modo es el heredero, en la filosofía griega. Para el filósofo, la mujer no se rige por la razón, sino por las pasiones. Según Sócrates, la mujer debe su inferioridad a su propia naturaleza, aunque también a su falta de educación, y será el marido el que tenga obligación dársela. Sus discípulos Platón y Aristóteles, mostrarán en sus escritos ideas semejantes.

Al regirse la mujer sólo por el instinto, carece pues del equilibrio necesario para tomar decisiones adecuadas para la comunidad.

Terencio, asimila el carácter de la mujer al caprichoso y cambiante de los niños. De la misma opinión se declara Virgilio, " Varium et mutabile semper femina", " la mujer siempre es variable y mutable", y podría aportarse también a esta opinión la de Cátulo, que compara la fiabilidad y fortaleza de su carácter a "in vento et rapida scribere oportet aqua". "A lo escrito en el viento y el agua que corre rápida".

La disparidad de trato en las leyes puede verse en el discurso de Catón:
"El hombre que se divorcia es juez de la mujer, no censor, por lo que se ve tiene el poder, si la mujer ha hecho algo perverso y reprobable; sea multada, si bebe vino; si lo hizo con otro hombre honrado, sea condenada. Sobre el derecho a matarla así está escrito: "Si hubieras sorprendido a tu mujer en adulterio, puedes matarla impunemente sin juicio; pero ella a tí , si cometieras adulterio, o tú fueras llevado a adulterar, no se atreverá tocarte con un dedo, porque así es la ley."
Quizás Catón vertía en el Senado sus propias frustraciones, ya que, según parece ser, y por los datos que nos han llegado, tanto la mujer como la suegra del senador eran mujeres insufribles y sumamente dominantes. Catón intentó por todos los medios que no se derogara la restrictiva ley Oppia, algo que no consiguió. Y tras acabar su discurso afirmando que: si los maridos romanos hubiesen sabido mantener en sus propias casas su autoridad, no habría ocurrido que las mujeres pretendieran ser sus iguales, sabiéndose claramente, que en tal caso, en realidad lo que pretenden es ser quienes en verdad mandan. 

"Finalmente llegaremos a ver que todos los hombres del mundo que en sus casas gobiernan a sus mujeres, serán gobernados por los únicos que se dejan gobernar por ellas: los romanos.

Cuando acabó el discurso todos los senadores estallaron en risas, quizás porque conocían sobradamente su situación. Y tras ello, votaron abolir la Lex Oppia.

En la sociedad romana, los trabajos físicos estaban en manos de los esclavos, esto les permitía, a los miembros de las clases elevadas, tener gran cantidad de tiempo libre. El cómo llenarlos, dio origen a múltiples maneras de hacerlo, y una de ellas fue la práctica de una sexualidad refinada, inventando toda clase de perversiones con frecuencia también degeneradas, pero sólo monopolizadas por los hombres. 

Y en todo esto, ¿cuál era el papel de la mujer? Curiosamente el Séneca moralista alaba a quien utiliza las prostitutas, que entran dentro de la normalidad sexual frente a las perversiones que denuncia. Incluso resalta los esfuerzos de las mujeres casadas para conseguir ofrecer un incentivo sexual con el que competir no sólo con las concubinas, sino sobre todo con los hombres afeminados y exhibicionistas, apasionados de la danza. "Homines inter se uxoresque contendunt uter det latus mollius, «los hombres y sus mujeres rivalizan entre sí para ver quién ofrece el costado más voluptuoso».

Según los escritores latinos hay un proceso continuado y una secuencia progresiva que lleva desde la normalidad, hasta el grado mayor de perversión. Se comienza por lo habitual, las visitas a los prostíbulos de los adolescentes, en pandilla, tal como nos queda constancia en algunos graffittis de los lupanares de Pompeya: "Asbesto, Floro, Félix, Higino y compañía el día XVIII de las Kalendas de Julio (estuvieron aquí)". Pero estas visitas esporádicas acababan siendo habituales.

Según Séneca, esto representaba un costo económico que sólo podían permitirse los que tenían un elevado nivel adquisitivo. Nuevamente, aunque es la mujer la que ejerce, es el hombre el que saca beneficio económico de la prostitución. Y a juzgar por la consideración que, en sus escritos, tienen los escritores latinos sobre los que ejercían de proxenetas, debía de no estar mal vista esta actividad y por supuesto producir elevadas ganancias. El "Sannio " de Terencio, afirma de modo orgulloso: "Ego sum leno¡"- ¡Yo soy un chulo¡

Las leyes de Augusto sobre todo la Lex Iulia de adulteriis, pretenden poner orden en la sociedad romana, sobre todo las clases altas, que se habían relajado en sus costumbres, con el consiguiente deterioro social. Incluso derogando leyes, o costumbres, como las que cita Catón por las que el marido cuya mujer ha cometido adulterio podía incluso matarla.
"De iure autem occidendi ita scriptum: In adulterio uxorem tuam si prehendises"- "Está escrito que puedes matarla, si coges a tu mujer en adulterio".

Sin embargo siempre hay un resquicio legal para escapar de las sanciones, como el declararse prostitutas las matronas, para evitar que se les retirasen los privilegios y la dignidad que su estatus les permitía.
Quizás una de las cosas más llamativas de esta “Lex Iulia de Adulteriis,” es la descripción y el catálogo de posibilidades en las relaciones matrimoniales y extra matrimoniales, que refleja, enumerándolas, para evitar cualquier ausencia no descrita, con cuyas sanciones y regulaciones, pretende restaurar la moral tradicional que demandaban las viejas familias.

Gerome

 

 

 

 

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